URRACA FLACA
Se anuncia en el campo un gran baile de plumas y picos. Toda la pajarería se adorna con las mejores plumas. El hornero, bien marrón; el cabecita negra, con su gorrita lustrosa; el benteveo, amarillo y negro como los taxis de Buenos Aires, el picaflor es el más bonito, por supuesto. Las cotorras y su verde aportan lo suyo. Realmente un espectáculo de gente volante. Hay una que ha tenido que sacar de un lado y de otro algo para lucir mejor. Su plumaje no es demasiado atractivo y como le gusta llevarse al nido cosas que brillen, muchos no la quieren cerca. ¿Esta noche será diferente? Espera con muchas ganas la ocasión, porque está decidida a hacerse de amigos: la soledad no le gusta nada.
Urraca Flaca está preciosa en la fiesta de los pájaros. Sus plumas no serán coloridas, pero adornada con collares, pulseras, aros y broches que brillan parece una estrella luminosa. Se mira en su espejito de papel de plata y no se ve como desearía. Ella quiere tener cara de buena, además, pero casi nunca le sale.
Ahora está un poco triste porque escuchó una conversación entre la tijereta y el pájaro carpintero:
—¡Esa Urraca Flaca no presta nada! —cuenta la tijereta—. Hace unos días le pedí una tijera porque la mía estaba desafilada y me la negó. La necesitaba para cortarle el penacho al cardenal. Soy peluquera. Miró para adentro del nido y me dijo: "¡Qué macana, no tengo nada!"
—Me pasó algo parecido —respondió el pájaro carpintero—. A mí me faltaban clavos para el ropero de los gorriones. Ellos lo necesitan con urgencia, porque se viene el verano y tienen que guardar la ropa de invierno. También le pedí algunos a Urraca Flaca. ¿Sabe qué contestó? "¡Qué macana, no tengo nada!"
En ese momento llega una paloma mensajera llorando a todo volumen:
—¡Uhhhhhh! ¡Uhhhhhh! ¡Uhhhhhh! Soy paloma mensajera y he perdido mi pulsera. ¡Uhhhhhh! ¡Uhhhhhh! ¡Uhhhhhh!
Entonces Urraca Flaca viene volando y le da su brazalete dorado más hermoso. Enseguida se mira nuevamente en el espejo de papel de plata y se ve cara de buena. Un poquito, por lo menos.
Aparece una gaviota vieja a la que le falta un ojo de cuando era gaviota pirata.
—Urraca Flaca. ¿No tendrás una perla negra para hacerme un ojo?
—¡Qué macana, no tengo nada! —dice la urraca casi sin pensarlo. Luego recuerda sus momentos frente al espejo de papel de plata y cambia—. Miraré qué tengo debajo de la cama ¡Venga mañana!
Lo piensa mejor, busca dentro del nido, encuentra lo que la gaviota anda necesitando y se lo alcanza.
—¡Gracias, Urraca Flaca! ¡Qué favor me ha hecho! Venga mañana a mi nido, a comerse un lindo guiso de gusanitos —le responde la gaviota y la Urraca Flaca está muy feliz. ¡Tiene una amiga!
FIN
(c)María Alicia Esain
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Ilustración: © Igor Zakowski
http://www.igorzakowski.webs.com/
Visto y leído en: El jardín online
http://www.eljardinonline.com.ar/cuentosnuevos.htm#urrac
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