Cuento» LAS PALABRAS MISTERIOSAS, de María Alicia Esain


LAS PALABRAS MISTERIOSAS



—¡Una MAMIPOSA! —gritó Agustín y nadie en la casa entendió.

Al rato, pasó por allí el tío José. Venía muy apurado. Les dio un beso a los chicos. Se fue murmurando algo extraño: PAPIROSA, PAPIROSA…

A Lucía eso le llamó la atención. ¿Qué nombrarían? Fue a la biblioteca. Sacó del estante un libro azul, grande, gordo…Su mamá le había dicho que se llamaba diccionario. En él podría encontrar a todas las palabras.

Buscó la M. Recorrió las páginas con esa letra… ¡MAMIPOSA no estaba!

Luego siguió con la P. Ocurrió lo mismo. PAPIROSA tampoco aparecía… ¿Cómo sabría, entonces, qué habían querido decir su hermanito y el tío José?

Tomó el celular y llamó a su abuela. Ella le comentó que tampoco conocía esas palabras. Consultarían a una amiga suya, bruja muy lectora que vivía cerca de su casa, allá por las plazoletas con palmeras.

La bruja jamás había escuchado eso de MAMIPOSA o PAPIROSA, pero conocía a Córcholis, la lechuza sabia de la laguna.

Al día siguiente, cuando saliese a caminar, le preguntaría sobre el tema. Debía madrugar mucho. Córcholis se iba a dormir al amanecer. No le gustaba que llamasen a su puerta si recién acababa de acostarse…

“Tercer ceibo a la derecha, a la orilla del juncal”, recordó la bruja, buscando el agujero oscuro donde vivía la lechuza. El sol todavía estaba lejos cuando comenzó la caminata. Por fortuna, Córcholis venía llegando, abrazada a su guitarra y tarareando una milonga.

—¿MAMIPOSA , PAPIROSA? ¡Qué cosa tan misteriosa! —exclamó la lechuza. Sin dudar, se fue a buscar su libro de conjuros.

Tenía mucho sueño, pero valía la pena averiguar el asunto…

—MAMIPOSA o PAPIROSA, nada raro para la gente curiosa —dijo al salir de la cueva. Traía una hoja amarillenta escrita en lechucés, su idioma especial.

—¿Qué debemos hacer, Córcholis? —preguntó la bruja— ¿Cómo puede Lucía descubrir este misterio?

—¡Ah…! Cosas…

—¿Maravillosas? ¿Horrorosas? ¿Espantosas? ¿Asombrosas? —dudó la caminante.

—Cosas… Cosas…, nada más —la tranquilizó la lechuza.

Luego, le habló al oído, explicando lo que decía la hoja amarillenta, le dio una bolsita dorada, le palmeó el hombro… ¡Y se fue a dormir!

La bruja sacó del bolsillo su celu-murciélago. Se comunicó con la abuela de Lucía. Le pasó las instrucciones para resolver el caso. Volvió a su casa y se puso a rallar remolachas y zanahorias… (Preparaba un hechizo para su marido, el brujo viejo que se volvió conejo). Esa tarde, todo quedaría aclarado.

Cuando llegó el ómnibus rojo y amarillo, bajaron de él la tía Marisol y Lucía. Subieron a un auto plateado. Dieron tres vueltas a la plaza principal del pueblo. Se fueron a la casa de la abuela.

Allí, prepararon el mate. También recortaron letras grandes de una revista. Las pegaron sobre trozos de cartulina. Al mate, le pusieron yerba y el polvito especial de la bolsa dorada que les había dado Córcholis, diciendo:

“POLVITO PARA IMAGINAR, POLVITO PARA SOÑAR, PALABRITAS PARA ARMAR”

¿Descubrirían así el misterio de las palabras extrañas?

Poco después, luego de tomar cada una tres mates amargos, repitieron tres veces

“MAMIPAPI-POSAROSA
MAMIPOSA, PAPIROSA
MAMIPOSA, PAPIROSA
MAMIPAPI-POSAROSA”.


A continuación, mezclaron las letras sobre la mesa como haciendo un revuelto…

También, se pusieron cada una, una flor en el pelo, a continuación de ¡Snif! ¡Snif! ¡Snif!; olerla tres veces frunciendo la nariz…

¡La magia resultó! Desde la ventana, entró un aire de colores, como un arco iris volador. Sopló sobre la mesa. Al instante, Lucía formó una palabra muy conocida:


MARIPOSA


¡Fin del misterio!



©María Alicia Esain



Ilustración: ©Jorge Fornieles (GIO), Buenos Aires, Argentina.
http://gioart.jimdo.com/


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Visto y leído en: EnCuentos
http://www.encuentos.com/cuentos-infantiles/las-palabras-misteriosas-cuento-de-mariposa/

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