CUENTO» CARMELO, EL ESPANTAPÁJAROS VIAJERO, DE HORACIO ALVA. (IMPRENTA MAYÚSCULA)


CARMELO


ESTA ES LA HISTORIA DE CARMELO, UN ESPANTAPÁJAROS QUE ESPERABA FELIZ LOS AMANECERES PARA ASUSTAR, JUNTO A SU PAPÁ, A CUANTA AVE SE ACERCARA AL CAMPO.

SIN EMBARGO, LOS TIEMPOS CAMBIARON Y LOS PÁJAROS JÓVENES YA NO SE ASUSTAN TAN FÁCILMENTE. POR ESO A NADIE LLAMÓ LA ATENCIÓN CUANDO POCO A POCO, LOS ESPANTAPÁJAROS COMENZARON A ABANDONAR LOS CAMPOS.


ASÍ, UNA MAÑANA, CARMELO DECIDIÓ IR AL MAR EN BUSCA DE UN FUTURO MEJOR. VIAJÓ DE NOCHE PARA QUE NADIE LO VIERA Y AL LLEGAR A LA PLAYA, LUEGO DE SEIS DÍAS, LO SORPRENDIÓ EL AGUA CERCA DEL CIELO Y EL RUGIR DE LAS OLAS.

DESPUÉS DE PERMANECER VARIAS HORAS AL SOL, SE DIO CUENTA QUE LAS AVES MARINAS NO LE TEMÍAN Y DESPREOCUPADAS, SE ECHABAN SOBRE LA SOMBRA QUE SU FIGURA DIBUJABA EN LA ARENA.

AL VER AQUELLO CARMELO PENSÓ EN MUDARSE NUEVAMENTE Y SE DIRIGIÓ A LA CIUDAD. PARA NO PERDERSE, CAMINÓ AL COSTADO DE LAS VÍAS Y CADA VEZ QUE EL TREN PASABA SE QUEDABA QUIETO, SIN NI SIQUIERA PESTAÑAR.


CUANDO ERA PEQUEÑO ALGUIEN LE CONTÓ QUE EN LA CIUDAD VIVÍAN MILES DE PÁJAROS Y ESPERANZADO, IMAGINÓ QUE TENDRÍA TRABAJO DE SOBRA. SIN EMBARGO, AL LLEGAR, SUPO DE INMEDIATO QUE LA CIUDAD NO ESTABA HECHA PARA ÉL…

CAMINÓ POR LAS CALLES LARGO RATO SIN QUE NADIE NOTARA QUE ERA UN ESPANTAPÁJAROS. LAS PERSONAS, INDIFERENTES, CORRÍAN APURADAS DE UN LADO A OTRO Y UN PAR DE VECES LO EMPUJARON HACIÉNDOLO TAMBALEAR. PARA COLMO, AL DETENERSE EN UNA ESQUINA, DECENAS DE PALOMAS SE LE ABALANZARON PARA QUITARLE A PICOTAZOS LAS RAMITAS DE SUS BRAZOS. POR FORTUNA, AL ANOCHECER, LAS PALOMAS SE MARCHARON Y LO DEJARON EN PAZ.

AUNQUE POCO SE PARECÍAN, LAS LUCES DE LOS EDIFICIOS TRAJERON A SU MEMORIA LAS ESTRELLAS BRILLANDO EN EL CAMPO. APENADO POR EL RECUERDO Y SIN SABER DÓNDE IR, CARMELO SE QUEDÓ DORMIDO DEBAJO DE UN CARTEL LUMINOSO.


A LA MADRUGADA, MATÍAS, UN NIÑO QUE JUNTABA CARTONES EN LA CALLE ENCONTRÓ A CARMELO. SORPRENDIDO, SE PREGUNTÓ CÓMO HABÍA HECHO PARA LLEGAR UN ESPANTAPÁJAROS A LA CIUDAD Y NO DUDÓ, AL VERLO TAN SOLO, EN LLEVARLO A SU CASA.

DE INMEDIATO LO UBICÓ A LA SOMBRA DE UN FRONDOSO ÁRBOL EN EL JARDÍN, LE CAMBIÓ SU VIEJA CAMISA POR UNA DE SU PAPÁ Y LE PUSO EL SOMBRERO QUE HABÍA SIDO DE SU ABUELO.

CARMELO, AGRADECIDO, LE ENSEÑÓ AL NIÑO EL IDIOMA ESPANTAPÁJARO Y OTROS SECRETOS DEL CAMPO: REMONTAR BARRILETES, LEER LAS ESTRELLAS Y SILBAR COMO LAS AVES.

Y ASÍ, ENTRE PALABRAS Y TRINOS, SE CONVIRTIERON PARA SIEMPRE EN AMIGOS INSEPARABLES.


FIN

(c)HORACIO ALVA (2012)


Ilustraciones: (c)Roxana Comerón

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Visto y leído en: Rincón infantil, pág. 32, Revista Familia COOPERATIVA.
Año XLII - MARZO 2016 #364
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Ilustraciones Alex DG© y Daniel Caminos