El duende Rigoberto. Un cuento de Gabriel Cortina


Al duende Rigoberto le encantan las manzanas, lo vuelven loco.

Y además de comer manzanas es bastante distraído, tanto, que un día se olvidó de hacer las compras y se quedó sin su fruta para comer. ¡Qué problema!, ¡qué problemón! ¿Dónde conseguiría manzanas un domingo a la noche? Porque Rigoberto vive en el bosque, lejos de los supermercados y las verdulerías; justamente por eso tiene que caminar largas distancias para poder conseguir su manjar favorito.

Entonces se le ocurrió una idea, no muy buena, pero una idea al fin. Recordó que su vecina, la brujita Nubenegra, tenía un gran árbol de manzanas en su jardín.

—Mmmm... a esta hora la brujita está dormida ¡No creo que se entere si me llevo algunas de sus manzanas! —pensó Rigoberto.

Y entonces, salió rumbo al jardín de la brujita con su mochila al hombro y en puntitas de pie para no hacer ruido.

Ahí estaba el arbolazo, cargado de manzanas rojas, gordas y jugosas. Con cuidado comenzó a treparlo, rama por rama, hasta alcanzar las deliciosas frutas.

—Sólo tomaré algunas pocas —pensó Rigoberto mientras arrancaba las manzanas y las guardaba en su mochila.

Distraído (como siempre) en su tarea, no advirtió que una manzana cayó de su mochila justo sobre el techo de la casita de Nubenegra.

—¡Shhh!, ¡shhh! —escuchó Rigoberto. Miró para un lado y no vio nada. —¡Shhh!, ¡shhh! —escuchó otra vez Rigoberto, y miró para el otro lado y tampoco vio nada; entonces miró para abajo y... ¡Ahí estaba la brujita Nubenegra, muy enojada!


—¡Qué vergüenza, Rigoberto! ¿Acaso no sabés pedir permiso, duende glotón? —gritaba la brujita y agitaba su varita mágica de un lado al otro. Fue entonces cuando dijo las palabras mágicas “¡chirubúm bum bum!”; y pasó lo que pasa cuando se enojan las brujitas y hechizan a alguien.

Al pobre Rigoberto comenzó a crecerle la nariz, tanto y tan larga como la rama más grande del manzano y, cuando dejó de crecer, hizo ¡PUF!, y apareció, colgando de la puntita, una enorme manzana colorada.


—El día que logres quitar la manzana que cuelga de la punta de tu nariz y comértela, ese día, el hechizo se romperá y recuperarás tu pequeña nariz de duende —exclamó la bruja, y se fue.

Varios días lloró el pequeño Rigoberto, tan triste estaba que ni las manzanas probaba. Por ahí andaba, con su nariz larguísima, arqueada por el peso de la gran manzana que colgaba de ella. Y por más que intentaba quitársela no podía; con sus manos no llegaba por más esfuerzo que hacía.


Pasó el tiempo y Rigoberto ya se había acostumbrado a vivir con su manzana colgante y su nariz horripilante hasta que, un buen día, en una de sus torpezas diarias, golpeó su nariz contra la puerta y... ¡la manzana cayó! Rápidamente la tomó del piso y se la comió y... ¡PUFFF! ¡Su nariz se achicó!

En ese instante, la brujita Nubenegra apareció y le dijo:

—Rigoberto, ¡has aprendido tu lección! La próxima vez que quieras comer mis manzanas, solo tenés que pedir permiso y con gusto te daré algunas.

Y sí, Rigoberto no volvió a tomar cosas ajenas sin permiso.

Lo que no pudo hacer jamás ¡es dejar de comer manzanas! Y bueno, es que son tan ricas... ¿no les parece?





Fin


(c)Gabriel Cortina


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Visto y leído en:
http://cortilustra.blogspot.com.ar/


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Gabriel Cortina (Cort)


Dibujando voy

Soy afortunado de poder vivir de lo que me gusta, no hay duda. Nací en Bahía Blanca, el 2 de abril de 1973. Soy Diseñador Gráfico egresado de la Escuela Superior de Artes Visuales de Bahía Blanca, pero en cuanto al dibujo soy otro autodidacta más de los tantos que hay en este medio. No es algo para estar orgulloso, para nada, más bien es como tomar el camino largo hacia la profesión, o el oficio como me gusta decirle. Porque este es un laburo de oficio, de darle y darle al lápiz con pasión, con ganas y con sueños (que nunca vayan a faltar los sueños). ¡Qué más me hubiera gustado que poder tener la guía de un maestro, me hubiera ahorrado mucho tiempo! Ojalá pueda seguir creciendo, aprendiendo. Falta tanto aún.

Trabajé algunos años en publicidad y dibujé en un diario una tira diaria. Desde el año 1998 trabajo en Editorial Ediba como diagramador e ilustrador. También ilustro y escribo para otras editoriales de Europa y América Latina.


Escribiendo voy

¿Les conté que también me gusta mucho escribir? Siempre recuerdo cuando iba a la escuela primaria, no era un buen alumno. Me sentaba en los bancos que están al fondo del aula, participaba poco en las clases, no me gustaba matemática... ¡me aburría mucho! A pesar de eso, un día, me dieron un premio distinción a la mejor composición escrita de 7º B: un señalador. ¡Epa! pensé... ¡no soy tan desastre después de todo!

Recuerdo que dibujaba mis historietas, experimentaba con la electrónica, tocaba la batería, escribía, inventaba, volaba... Qué lindo es soñar ¿no les parece?

A veces, sueño con una escuela que pondere la creatividad como método educativo, que entienda, respete y fomente todos los diferentes tipos de inteligencias sin discriminar. No somos ni queremos ser todos iguales. ¿Qué hubiera pasado si la escuela hubiera desarrollado todos nuestros verdaderos potenciales? ¿No creen que seríamos mejores y más felices?

Mis cuentos publicados son:

•Lucecita aprende a brillar
•Lucecita aprende a volar
•Lucecita conoce la ciudad
•Rigoberto, el duende de las manzanas
•¡Silencio, Tam Tam!
•El hombrecito de manteca
•Kütral, el guardián del bosque
•El pirata más joven del mundo
•Un ogro enamorado





Ediciones Lucecita


“Donde la magia y la aventura
se hacen cuento"



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Ilustraciones Alex DG© y Daniel Caminos