Cuento» Una Ogresa más dos Brujas, de María Alicia Esain – Alibruji


"Disparates de una bruja"




Una Ogresa más dos Brujas


Esa mañana Cris Marlene, la Bruja Marítima, se levantó temprano. Con su escoba barrió la playa y limpió y lustró a los Lobos Marinos de Piedra que querían lucir como nuevos. Luego se preparó el mate —un mate bien amargo— el único que toman las brujas. ¡Al fin tenía todo en orden! Cuando llegasen los visitantes, sus perritas Rumba y Salsa los recibirían y les mostrarían lo hermosa que estaba la ciudad…

Varias ollas repletas de conjuros, brebajes y menjunjes de todos los colores hervían en su cocina de bruja, listos para ser consumidos por los visitantes. Había en forma de rabas, cornalitos fritos y hasta café…

Al año siguiente sus efectos se harían sentir en cada uno y todos sentirían el impulso de volver allí donde el agua de mar está siempre enojada y fría y sin embargo, atrae con su voz de sirena... Las gaviotas y las lanchas de los pescadores, el millón de luces por las noches, un conjunto de ensueños atrapantes se desplegaría en ese verano y en todos los veranos. …¡Tenía trabajo para rato!

Mientras se sentaba con la bandeja del mate y los bizcochos de murciélagos recién horneados y bien abizcochados, escuchó que entraba el primer viajero. Era el Ogrito Pedro, el hijo de su amiga Teté, la Ogresa del Bosque de Temperley... Le llamaron la atención su rostro preocupado y sus ojos tristes, así que le preguntó:

—¿Qué le pasa a la Ogresa? —Como era bruja, ya sabía por dónde empezar.

—¡No sabemos! ¡Se metió en un pozo abrazada a sus libros viejos y no quiere salir! Ni siquiera cuando le prometimos libros nuevos o cuando mi papá, el Gran Ogro Cantante le entonó su canción de amor preferida “Comeremos nenes”.

—Está pasada de moda —dijo la Bruja Cris Marlene— las Ogresas ya no comen niños. Debería haber probado con una más actual, como “Mi monstruo Bombón” o “Arañita encantadora”…

—¡Por favor, Bruja Marítima, debes ayudarnos! ¡Estamos desesperados! Hasta mi hermana, la Ogresita Lucía, ha dejado de salir con sus amigas…

—Sola no podré —respondió Cris Marlene—. Vamos hasta la sierra a ver a los caranchos mensajeros, debo pedir ayuda.

Y así salieron los dos para el lado de la sierra, subidos a la escoba de la Bruja Marítima y con las perritas Rumba y Salsa ladrando por detrás y cabalgando un plumero.

Llegaron al rato y buscaron entre los postes del alambrado a los dos caranchos amigos de la bruja. Estaban juntos, cada uno en un poste, muy derechitos y anunciando lluvia para esa noche…

—¡Caranchos, los necesito! —gritó la Bruja mientras el Ogrito Pedro se bajaba apurado y ella apoyaba la escoba en un sauce.

—¡Siempre listos! —contestaron los caranchos que ya tenían ganas de ir a anunciar tormentas a otro lado—. ¿Dónde vamos? ¿Qué llevamos? ¿A quién vemos? —siguieron a coro, muy acaranchados.

—Hasta la laguna, ésa que parece un charco, allá por la pampa chata, doblando a la derecha. Avísenle a la Bruja Campestre que venga, que la necesito, que traiga su bolso rojo, sus tres mil sombreros y todos sus rulos puestos.

—¡¡Allá vamos!! —salieron volando y gritando los caranchos, metiéndose en una nube de tormenta que viajaba desde el mar hacia el lado donde vivía la Bruja Campestre.

A los dos o tres días apareció Alibruji en su gran escoba reforzada y un escobillón. Necesitaba viajar en vehículos resistentes, porque venía de lejos y estaba un poco gordita. Además, traía muchísimo equipaje: una licuadora para conjuros, su libro de recetas locas, un microondas especial donde cocinarlas rápidamente y su bolso rojo, sus tres mil sombreros y sus rulos puestos.

—¡Por fin llegaste! —le dijo la Bruja Marítima mientras le cebaba un mate bien amargo —el único que toman las brujas—. Estamos desesperados…

—¿Quiénes? —preguntó Alibruji, que con sus nuevos lentes de sol no veía ni el enorme lunar de su nariz.

—¡Nosotros, los Ogros! —respondió Pedro con cara de ogro desmadrado- Mi mamá, la Ogresa del Bosque de Temperley, se metió en un pozo con todos sus libros viejos y no quiere salir… ¡Ni prometiéndole libros nuevos lo hace!

—¡Ni siquiera cuando su Ogro le canta canciones de amor! —interrumpió la Bruja Cris Marlene.

—Y hasta la Ogresita Lucía, su hija, ha perdido las ganas de salir a pasear con sus amigas —ladró Salsa.

—¿Tendremos que pedirle consejo a Mr. American Painter, el amigo de Cris Marlene que habla inglés? —preguntó Rumba.

—¡Ni locos! —dijo Cris Marlene— ése lo único que sabe es confundir los colores cuando pinta. La última vez pintó vacas azules… ¡De ogros en pozos no sabe nada!

Entonces Alibruji se puso a buscar en su libro de recetas locas:

—A ver, a ver, acá tenemos: Cómo conseguir novios brujos… página 1 —No es momento ahora, aunque no estaría mal—. Dame ese cuerito de víbora que tenés en el bolsillo, Cris Marlene y lo uso de señalador. Cómo fabricar espantasuegras… página 3. No, tampoco. ¡Acá está! Cómo sacar Ogresas del pozo… página 12.345. Vení, Cris Marlene, vamos a tu cocina a trabajar.

Y se fueron las dos muy apuradas y ensombreradas mientras Rumba y Salsa leían a Pedro, el Ogrito, un cuento para reírse.

Ya en la cocina de Cris Marlene sacaron calderos, hierbas mágicas, patas de ratas, dos guitarras de una sola cuerda y un celular. Con este último llamaron a las gaviotas del puerto y les pidieron que viajaran al Mar Caribe, a llamar a unos brujos amigos de por allá: Damarys, Olimpia, Georgina, Armando, Hugo, Madelca, Gloria I… del frío vendría Gloria II y de Chile, con una botellita de vino llegaría Carolina, La Bruja Bailarina, de España llegarían Zandra y Pilar, de Argentina unos cuantos brujos de Córdoba, muy apeperinados y algunas brujitas jóvenes, bonitas y tangueras acompañadas por Rosa y Débora, que venían del Uruguay al compás del candombe con sus tamboriles bajo el brazo. Desde Israel, con escala en la Avenida Rivadavia de Buenos Aires, llegó Perla, la "abuelita lectora". Venía cargada con cuentos llenos de ilustraciones magníficas.

Salieron las gaviotas, muy agaviotadas, por los cuatro rumbos a buscar a los otros brujos… ¡Se haría el GRAN CONGRESO BRUJERIL y juntos hallarían la solución para sacar a la Ogresa Teté del Bosque de Temperley del pozo!

Después de varias jornadas de viaje llegaron y en una noche de luna llena se inició el aquelarre, allá por el Faro.

¡Tomaron todos los brebajes preparados por las dos brujas anfitrionas! Sonaron chacareras, sabido es que es uno de los ritmos embrujados de por acá, donde el encuentro de brujos se llama salamanca en Santiago del Estero… Bailaron y zapatearon hasta que cantaron los primeros gallos y los parches de bombos, marimbas, tambores y tamboriles quedaron totalmente agotados… Tanto como Rumba y Salsa que esa mañana no pudieron servirle a Mr. American Painter su desayuno de huevos de dragón revueltos…

Alrededor del mediodía los brujos y brujas estaban recuperados y listos para dirigirse hasta el pozo donde se hallaba Teté, abrazada a sus libros viejos y contemplada desde el borde por su familia, totalmente afamiliada y desconsolada. También iban las dos perritas diabólicas, como Cris Marlene las llamaba cuando se portaban mal.

Allá fueron entonces, con escobas y escobillones, bombos, marimbas, tambores y tamboriles, conjuros, brebajes y hechizos, más el bolso rojo, los tres mil sombreros y los rulos puestos de Alibruji. Juntos, apurados y embrujados.

Se asomaron al pozo todos ellos, más el Ogro Cantante y los Ogritos, mientras Rumba y Salsa ladraban diabólicamente. Abajo estaba Teté, en lo más profundo, abrazada a sus libros viejos y sin querer salir.

Comenzó la música… Cris Marlene y Alibruji armaron una payada que decía más o menos así:

"¡Arriba querida Ogresa,
salite pronto del pozo
que al borde esperan tu mozo
y tus ogritos, Teresa!
Mirá que la farra empieza
y vos sos una belleza
que a ella no puede faltar,
¡Vamos juntos a cantar:
brujos y brujas sin par
han llegado desde lejos
sólo por ver el reflejo
de tus ojos al brillar!"


Entonó Cris Marlene al son de su guitarra de una sola cuerda.

"¡Acá estamos tus amigos,
escuchá lo que te pido:
¡Salí del pozo, Teresa,
vos sos una linda Ogresa,
ponete a usar la cabeza!
De este bosque sos la reina.
Si la vida te despeina
con su viento sin remedio,
echá la tristeza al medio
y venite ya a cantar
que es hora de festejar
y ése sí es asunto serio!"


—Siguió la Bruja Campestre, más desentonada que nunca jamás.

Finalmente los demás arrancaron con su música; chacareras, candombes y mil sonidos del Caribe inundaron el lugar. El Ogro Cantante fue el vocalista y los Ogritos Pedro y Lucía más las perras diabólicas Rumba y Salsa hicieron los coros. Todos muy afinados y entusiasmados. Teté, al escucharlos, sintió unas irrefrenables ganas de bailar… ¡De un salto, como buena Ogresa, salió del pozo y se prendió del baile! ¡Rápidamente se dio cuenta de que ése era el Pozo de la Tristeza, donde no hay que quedarse demasiado…! Por suerte, La Ogresa del Bosque recuperó su alegría. Su familia y sus amigos, más las perras diabólicas Rumba y Salsa, los caranchos y las gaviotas se quedaron tranquilos… Ellos, no los Lobos Marinos de Piedra, que por ser tan pesados se habían perdido la celebración. ¡Menos mal que se le ocurrió a Teté seguir la fiesta en la playa y allá siguió la farra hasta que el sol, subiendo por el lado del mar, los mandó a dormir!


Y COLORÍN COLORADO
ESTE CUENTO HA TERMINADO



María Alicia Esain – Alibruji
(Directora Creativa at Brujerías animadas)

•*¨♥ ☆.¸¸.★


Ilustración: Daniel Caminos,
Dean Funes, Pcia. de Córdoba, Argentina

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