miércoles, 24 de agosto de 2016

CUENTO» Clarita Saltarina, de Horacio Alva



Clarita es una traviesa gota de mar que una tarde, durante una tormenta, se aleja peligrosamente de su mamá ola.

Septiembre 2011
Texto: Horacio Alva
Ilustraciones: Roxana Comerón
12 páginas
18x24 cm.
Cuento
Letra imprenta minúscula



Cuento» Clarita Saltarina


Había una vez una gotita de mar llamada Clarita. A ella le encantaba ir volando de ola en ola y zambullirse en la blanca espuma.

Mamá Ola tenía muchas gotitas, pero ninguna era tan traviesa como Clarita:
—No te alejes demasiado. No todas las olas son buenas. Algunas golpean el mar enojadas y otras te llevan muy alto, te arrojan sobre los barcos y dejan que allí te seques. Debes tener cuidado.

Pero mientras Mamá Ola hablaba, Clarita sólo pensaba en jugar con las gotitas vecinas.

Una tarde, un viento muy fuerte comenzó a soplar. Clarita pensó que era una buena ocasión para pasear y se alejó cabalgando sobre la espuma, pero el viento fue tornándose cada vez más intenso y pronto mamá Ola la perdió de vista.

—¡Clarita! ¡Clarita! ¿Dónde estás?

De inmediato la gran familia de olas se unió y comenzó a rugir en la tormenta. Miles de voces se elevaron llamando a Clarita, pero nadie respondió.

Luego de un rato, Mamá Ola llegó a la playa para preguntarle al sabio cangrejo si la había visto.

—No, hija mía, le dijo tirado sobre la arena. No he visto a Clarita.

Entonces Mamá Ola se deslizó hasta llegar a las grandes rocas, donde vivía Plumita, la gaviota más chismosa de la playa.

—Hola, Plumita. ¿Has visto a clarita por aquí?

—Hummmm…, susurró. Verás, Mamá Ola, todas las gotitas son iguales y es muy difícil distinguirlas entre sí.

La tormenta duró toda la noche y a la mañana siguiente calmó. Mamá Ola, estaba muy triste y ni siquiera tenía deseos de formar nuevas gotitas. Para colmo una fría llovizna comenzó a caer sobre el mar levantando pequeños charquitos. De repente, entre traviesos remolinos, se oyó un conocido chapoteo acercándose…

—¡CLARITA!, gritó Mamá Ola.

Y Clarita saltó hacia su madre, zambulléndose dentro de ella.

—¿Dónde has estado?

Tanta era la alegría de Clarita que todas sus palabras brotaban juntas.

—Nadé entre olas gigantes y volé sobre los barcos y a la noche llegué a la Luna. Después una señora me tomó entre sus brazos y me dijo que se llamaba Mamá Nube, que no tuviera miedo que me iba a convertir en una gotita de lluvia para poder volver a tu lado… ¿Y sabés qué aprendí mamá? Que era mejor hacerte caso y nadar junto a vos hasta que me convierta en una gran ola. ¿Y sabés qué más…?

—Dime hija, expresó Mamá Ola con ternura.

—Cuando estuve lejos, me di cuenta lo mucho que te quiero.

Entonces Mamá Ola la envolvió con sus brazos de espuma y sus lágrimas de alegría convirtieron a Clarita no sólo en la gotita más salada, sino también en la más afortunada de todo el océano.


FIN
(c)Horacio Alva (2011)



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Visto y leído en: Rincón infantil, pág. 32, Revista Familia COOPERATIVA.
Año XLII - ENERO 2016 - # 362
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