Cuento» La canoa de cuero, de Silvia Schujer



Publicado en Cuentos y chinventos
Colección: Libros del Malabarista
Formato: 120 mm x 180 mm
Encuadernación: Rústica
Páginas: 84
Editorial: Ediciones Colihue
Año de edición: 1986

Reseña:
Cuentos breves donde la palabra es protagonista, como el de la letra durmiente, el insólito locóptero o el puchero que se rebela contra la cocinera, y "chinventos" llenos de música como el de la ballena llena, el de la palabruja, el de Anacleta Mofleta y otros. Obtuvo el Premio Casa de las Américas en el género infantil.

Este libro es para:
• Los valientes que leen solos.
• Para los curiosos que recién empiezan, pero saben pedir ayuda.
• Para los pininos que no distinguen la O de un huevito, pero pueden pedir que se los cuenten.
• Para los chicos que quieren libros "todos llenos de letras", como los de los grandes.


Cuento» La canoa de cuero
SILVIA SCHUJER



A mi hermano Aníbal


Siempre la misma historia. Todos los días igual. Con frío o sin frío. Con ganas o sin ganas. Con calor o sin calor. Con nubes o sin nubes. En fin. Menos con lluvia, siempre igual.

Pero aquella era una mañana lindísima de primavera y no había nada en el cielo que indicara tormenta. Ni una lluvia común. Ni una gotita de agua siquiera.

Así que no había escapatoria. Martín abrió los ojos, se levantó, se vistió, agarró su cajoncito de madera y, rabiosísimo, se fue a la esquina de siempre a lustrar.

A la misma vereda donde cada día se sentaba a esperar que alguna señora o señor quisiera lustrarse los zapatos.


Tanta era la bronca de Martín que, en principio, decidió no entonar su cantito de costumbre: “que se lustra, se lustra, se lustra”.

–No voy a cantarlo –pensó. Y que si nadie se acercaba para darle trabajo, mejor. No tenía ganas de lustrarle los zapatos a nadie.

Se dedicó entonces a mirar a la gente, a tomar el tiempo a los semáforos y a silbar y silbar. Así de distraído estaba cuando de pronto se acercó algo parecido a una pirámide andante. Sólo después de recorrer esa mole, de abajo hacia arriba y de aquí para allá, supo que era un hombre. Un señor altísimo. Un monumento al gigante. Por fin se animó a preguntar:

–¿Se va lustrar los zap...

–Sí, claro –respondió el gigante interrumpiéndolo.

Martín señaló el lugar en su cajoncito, y el hombre apoyó su enorme pie.

Martín miraba y no lo podía creer. Era el zapato más grande que había visto en su vida. Pensó que tardaría un año en lustrarlo, que no le alcanzaría la pomada, que los cepillos se quedarían pelados antes de poder sacar brillo a semejante canoa. ¡Qué canoa! ¡Barco transatlántico!

Medio atontado mirando los pies del señor, y mientras metía su mano en el cajoncito para empezar a trabajar, Martín tuvo una idea sensacional: “¿Por qué no hacer un viaje en canoa?” –se dijo para adentro. Y ya no pudo pensar en otra cosa. Por ríos, mares, océanos... dar la vuelta al mundo, descubrir quizás un nuevo continente.

Pasaba pomada por esa enorme canoa de cuero, silbando recontento.


Saldría del puerto. ¿Quién no sabe llegar hasta el puerto? Además, con una media podría fabricar una vela y andar en velero. O no. Mejor construir remos con dos calzadores.

Así fue que de golpe, y no se sabe cómo tan rápido, Martín le arrancó el zapato a la pirámide humana y salió corriendo. ¿O volando? Porque no dio tiempo a que pudieran verlo. Corrió por un montón de calles hacia el río. ¡Fiuum! ¡Fiuum! El viento le pegaba en la cara y le movía el pelo para todas partes.

Por fin llegó al puerto, amarró el zapato junto con los otros barcos y fue a comprar turrones para la travesía.

De regreso, ató una piedra al cordón a modo de ancla. Con un pañuelo anudado en un palo, hizo flamear su bandera.

Sacó los calzadores del bolsillo y, listo para zarpar, se subió a su canoa de cuero marrón.

Agitó su mano “adiós” “adiós”. Y se metió río adentro.


Al sol le cayó una lágrima amarilla por la despedida y alzando el más calentito de sus rayos, respondió al saludo:

–¡Adiós Martín!... que tengas buen viaje.



FIN



“La canoa de cuero” en Cuentos y chinventos
© Silvia Schujer
© Ediciones Colihue
Ilustraciones: Paula Salvatierra
Plan Lectura 2008
Colección: “Escritores en escuelas”


Visto y leído en: EDAIC Varela (Equipo Distrital de Alfabetización Inicial y Continua)
http://planlectura.educ.ar/wp-content/uploads/2015/12/La-canoa-de-cuero-Silvia-Schujer.pdf

CUENTOS Y CHINVENTOS, Silvia Schujer
Colección: Libros del Malabarista.
Ediciones Colihue

Índice:
Carta a los chicos. Página 3
Países, ciudades, pueblitos y habitantes
Un abrigo para el sol. Página 11
La palabruja (chinvento). Página 16
La lana y la luna (chinvento). Página 16
Un pueblito. Página 17
Anacleta Mofleta (chinvento). Página 22
La caída de Porquesí, el malvado emperador. Página 23
Chinvento. Página 28
Un cuento encantado contado en canto. Página 29
Patatín y Patatán (chinvento). Página 34
Intermedios de Transporte
Un viaje en locóptero. Página 37
La canoa de cuero. Página 43
El reloj pulsera de la ratonera (chinvento). Página 48
Revueltas y revoltosos
La letra durmiente. Página 51
La ballena llena (chinvento). Página 56
El berrinche del sapo colorinche. Página 57
Don Cómodo Comodín (chinvento). Página 62
La pícara picante picazón (un chinvento de amor). Página 62
Rebelión en el puchero. Página 63
Arroró papito. Página 71


Silvia Schujer Nació en Olivos, Provincia de Buenos Aires, el 28 de diciembre de 1956. Cursó el Profesorado de Literatura, Latín y Castellano. Participó en un taller de crítica y producción literaria a cargo de la escritora Liliana Héker, en el Seminario de Literatura Infantil y Juvenil de la Universidad de Buenos Aires en un curso de producción teatral coordinado por el autor y director Roberto Cossa. Completó estudios de piano y canto. Trabajó en producciones discográficas dirigiendo coros infantiles para los sellos CBS, Music Hall y RCA. Fue co-directora del suplemento infantil del diario La Voz, secretaria de redacción del periódico Mensajero y realizó colaboraciones en distintos medios gráficos: diarios Crónica y Popular, y revistas Anteojito, Cosmok, Billiken, Humi, Cordones Sueltos, AZ-10 y La Nación de los Chicos. Obtuvo el primer premio “Educación por la Experiencia Práctica” (Premio Fantasía Infantil 2000)


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Ilustraciones Alex DG© y Daniel Caminos